lunes, 21 de diciembre de 2009

Encantamiento ...

Una canción que enamora y nos transporta a otros mundos mágicos ...


¡Feliz lunes naranjitas!


No olvidemos que estamos en una época mágica y no me refiero el rollo consumista ...

jueves, 17 de diciembre de 2009

Not Ready To Make Nice

Gracias compi, 
¡me encanta!



El círculo del 99


Un cuento para irnos a la cama ...


El circulo del 99


Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz.
Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertar al rey contando y tarareando alegres canciones de juglares. Una gran sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día, el rey lo mandó a llamar.
—Paje –le dijo— ¿cuál es el secreto?
—¿Qué secreto, Majestad?
—¿Cuál es el secreto de tu alegría?
—No hay ningún secreto, Alteza.
—No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
—No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
—¿Por qué estás siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿por qué?
—Majestad, no tengo razones para estar triste. Su alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz?.—Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar – dijo el rey—. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
—Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...
—Vete, ¡vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.
—¿Por qué él es feliz?
—Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.
—¿Fuera del círculo?
—Así es.
—¿Y eso es lo que lo hace feliz?
—No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
—A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
—Así es.
—Y él no está.
—Así es.
—¿Y cómo salió?
—¡Nunca entró!
¿Qué círculo es ese?
—El círculo del 99.
—Verdaderamente, no te entiendo nada.
—La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
—¿Cómo?
—Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
—Eso, obliguémoslo a entrar.
—No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
—Entonces habrá que engañarlo.
—No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará, solito.
—¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
—Sí, se dará cuenta.
—Entonces no entrará.
—No lo podrá evitar.
—¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
—Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
—Sí.
—Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
—¿Qué más? ¿Llevo guardias por si acaso?
—Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
—Hasta la noche.
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey.
Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba.
Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía:


ESTE TESORO ES TUYO.
ES EL PREMIO
POR SER UN BUEN HOMBRE.
DISFRÚTALO Y NO CUENTES
A NADIE
CÓMO LO ENCONTRASTE.


Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse.
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía.
El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados y entró en su casa..Desde afuera escucharon la tranca de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena.
El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido en la mesa.
Sus ojos no podían creer lo que veían.
¡Era una montaña de monedas de oro!
Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él.
El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas.
Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas:
Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis... y mientras sumaba 10, 20, 30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: 9 monedas!
Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa.
“No puede ser”, pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.
—Me robaron –gritó— me robaron, malditos!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba.
Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro “sólo 99”.
“99 monedas. Es mucho dinero”, pensó.
Pero me falta una moneda.
Noventa y nueve no es un número completo –pensaba—. Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que asomaban sus dientes..El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?
Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla.
Después quizás no necesitara trabajar más.
Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar.
Con cien monedas un hombre es rico.
Con cien monedas se puede vivir tranquilo.
Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.
“Doce años es mucho tiempo”, pensó.
Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero.
¡Era demasiado tiempo!
Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comida todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender...Vender...Vender...
Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno?
¿Para qué más de un par de zapatos?
Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio, volvieron al palacio.
El paje había entrado en el círculo del 99...
...Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche.
Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando y de pocas pulgas..—¿Qué te pasa? –preguntó el rey de buen modo.
—Nada me pasa, nada me pasa.
—Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
—Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente.
No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.


Tú y yo y todos nosotros hemos sido educados en esta estúpida ideología: Siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se tiene.
Por lo tanto, nos enseñaron, la felicidad deberá esperar a completar lo que falta...
Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar de la vida...


Pero que pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así, de golpe que nuestras 99 monedas son el cien por cien del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve que esta es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que seamos estúpidos, para que jalemos del carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados.
Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual.... eternamente igual!....Cuántas cosas cambiarían si pudiésemos disfrutar de nuestros tesoros tal como están.
—Pero ojo, reconocer en 99 un tesoro no quiere decir abandonar los objetivos. No quiere decir conformarse con cualquier cosa.
Porque aceptar es una cosa y resignarse es otra.
Pero eso es parte de otro cuento.


Jorge Bucay

lunes, 14 de diciembre de 2009

Moon inside you

Una propuesta para este viernes 18.12 a las 19h



http://mooninsideyou.com/

Nieve



Empezamos la semanita con nieve y una frase muy cierta
de Yogi Bhajan:

La única debilidad de la mujer
Es su inseguridad.
¿Qué es lo que hace insegura a una mujer?
Su neurosis.
¿Y cuál es la neurosis de una mujer?
Su inseguridad.
Es un círculo vicioso.

¡Feliz semana naranjitas!

domingo, 13 de diciembre de 2009

Gemidos de placer ...





¿Que mejor sensación de acostarse y después de eso despertarse un domingo por la mañana con los mismos gemidos de placer? ¿Algo mejor?... pues sería algo mejor si los gemidos fueran los tuyos, pero como sabemos no todo es perfecto. La verdad es que no tenia la intención de meterme en la intimidad ajena pero mis paredes son casi transparentes y era inevitable. Era largo y intenso. Los dos amantes disfrutaban como locos, lo mismo a la una de la mañana como a las ocho. Y allí estaba yo en mi cama intentando dormir y los pensamientos vinieron a mi.



La sexualidad ...


Y aquí no sé por que me vienen las palabras de John Lennon: 
"Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, pero la violencia se practica a plena luz de día".


La sexualidad, esa gran desconocida, tan mística, tan querida y tan odiada, tan escondida y tan deseada ...
¿En cuantas casas ella era la gran prohibida, la palabra tabu? Por que tenia que estudiar en el cole y la universidad tantas cosas que nunca jamas iba a utilizar, y por que nunca nadie me enseño como poder disfrutar plenamente de mi sexualidad, sin miedos, sin tabus, sin prejuicios, sin limites ...


Nunca vi mis padres besándose, solamente una vez sin querer les vi haciendo el amor, era un instante y fue acompañado con el grito de mi madre de horror que les había pillado. Mi padre salió furioso, me dijo dos frases y luego nunca jamas volvimos hablar del tema. Nuestras conversaciones del tema eran con la única pregunta antes de ponerme a ver alguna peli: ¿Hay sexo?, yo tímidamente decía que creo que no y el se relajaba. 


Y luego este mito de la virginidad ... algo sagrado que iba a regalar al príncipe que iba a venir a salvarme subido en su caballo blanco. Con 17 años, yo era una romántica perdida y no sabia nada de nada del sexo. A parte que lo veía como algo oscuro, prohibido y místico. Y lo que paso no fue ese cuento de hadas que tanto esperaba, el guión fue muy diferente. No había ojos llenos de amor, no había campanas y fuegos artificiales, no había gemidos de placer. Fue doloroso y no deseado. Fue confuso y muy traumático. El no era el príncipe, fue un mendigo que no sabia amar, que sólo sabia agredir. Y después de una experiencia tan "maravillosa" quien tiene ganas de repetir ...


Tenían que pasar muchos años para querer vivir este momento, pero la princesa ya sabía que da igual si es príncipe o no, el iba a ser muy delicado y le iba a querer mucho, pero ella no iba a enamorarse de el. Y así fue, haciendo el amor cuando una no esta enamorada ... no sé yo, a mi personalmente no se me da bien. Así que lo más cuidadoso que era el, el placer no llegaba, justo al contrario la frustración y la decepción se hacían más grandes. 


Y así los años pasaban y los príncipes cambiaban, había algunos que se acercaban a lo que buscaba la princesa y otros que no. Pero aun así ella no conseguía sentirse feliz sexualmente. Llegaba a pensar que igual es frígida. Otro invento a nuestra sociedad para marcar las mujeres que no podían disfrutar plenamente de su sexo. Sorprendentemente la princesa llegó a ver en casa de una amiga un papel escrito "frígida" sellado y firmado por un medico. 
En un mundo machista donde el hombre es un campeón cuanto más mujeres lleve a su cama y la mujer es una puta cuando vive plenamente su sexualidad, aparecían muchas mujeres que resultaba que eran frígidas. En un mundo donde el deseo sexual de la mujer hasta poco parece que no existía, por que hacer el amor era acto únicamente de concebir hij@. En un mundo donde la sexualidad de la mujer sigue siendo una gran desconocida. 


La princesa llego a pensar que va a escribir su propio cuento, iba a proponer una meta a los príncipes que aparecían en su vida. Ella no iba a querer que le traen agua sagrada, ni el diente de duende, pero si que iba a pedir tener orgasmo vaginal. Y el príncipe que conseguía hacerle vivir uno, iba a ser el hombre de su vida. Así vivía ella años en búsqueda de este momento y de aquel príncipe, pero resultó una tarea muy complicada. Con el tiempo se dio cuenta que el orgasmo vaginal tampoco existía, sino el orgasmo era único pero podía ser provocado en diferentes zonas. Como había mujeres que tenían uno cada vez que cepillaban sus dientes. ¿curioso, pero realidad? ¿suena intrigante no? por lo menos tienes 3 al día, si eres una chica limpita. 


Y un día apareció un príncipe que le hizo volver a renovar la esperanza que podía ser el. El principio fue prometedor, pero solo el principio ... Justo cuando la princesa pensó que poco a poco podía conseguir sanar las viejas heridas inventando su propia terapia llorando y haciendo el amor a la vez pero sintiendose querida, deseada, comprendida ... una vez por todas iba a superar el fantasma del pasado ... pues el príncipe se apagó, perdió interés por todo. Justo cuando ella empezaba abrirse, dejarse llevar. Ella intentaba animarle, pero no conseguía mucho y se machacaba continuamente que no era suficientemente interesante, excitante, guapa o lo que sea, para poder despertar el deseo del príncipe. Y con esos pensamientos se daba cuenta que aun más complicaba su carga del pasado y menos le ayudaba superarse. 


Cuando se sentaba a pensar del tema, se daba cuenta de cosas muy curiosas, que su cuerpo funcionaba a la perfección, que ella sentía mucho, cada caricia, cada roce. Lo que no conseguía hacer era Parar la mente. Eso lo conseguía solamente haciendo yoga, pero con el sexo no era lo mismo. ¿por que? se preguntaba ella. Por que había otra persona a su lado, por que ya no estaba sola. Por que parar la mente significaba dejar de controlar, Tener la confianza completa en alguien, Dejarse llevar, y eso significaba que iba a ser vulnerable delante de otra persona ... alguien que le podía hacer daño ...


Y entonces ella pensó, que ya no quería que le salvan, que ella era la dueña de su propia sexualidad, y que no iba a poner la exigencias tan altas y injustas que el príncipe tiene que ser el responsable de sanar sus heridas. Tenia que ser ella que iba a encontrar el camino, sola o acompañada. Que ya no quería esconderse detrás de la mascara de geisha que hace todo lo posible para que su amante disfrutara y que ella olvidaba su propio placer. Y otra vez todo iba a conseguir encontrar el botón de apagar la mente, de desenchufar el bucle de pensamientos negativos y nocivos que hacían daño. Volver al principio, a aquel momento cuando no pensaba tanto y simplemente Sentía ... se dejaba llevar ... se dejaba fluir  ... sin pensar ... sin analizar ... 


... sin más ...




una pagina interesante, a pesar que no muy bonita estéticamente, pero tiene cosas útiles:
http://www.sexologia.com/


por cierto ya tengo los dos amantes al lado listos para otra porción de amor y yo ... 
voy a hacerme el desayuno ... 


Feliz domingo naranjitas